¿ Porque una mujer no puede ser sacerdote en la iglesia catolica ?
Las enseñanzas de la Iglesia en cuánto a la ordenación al sacerdocio
de hombres solamente, encuentran sus orígenes en las enseñanzas y
prácticas establecidas por Cristo. Mientras estuvo en la tierra Jesús
escogió hombres para ser Sus apóstoles y El pasó su autoridad a estos
hombres para que siguieran Su labor en cuánto a la predica de la buena
nueva (Lucas 9: 1-2) y del perdón de los pecados (Juan 20:23).
El Catecismo de la Iglesia Católica explica, “La Iglesia se reconoce
vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las
mujeres no reciben la ordenación” . Además, el Catecismo nos
informa que “Nadie tiene derecho a recibir el sacramento del Orden. En
efecto, nadie se arroga para sí mismo este oficio. Al sacramento se es
llamado por Dios” .
Jesús vino a este mundo en forma de hombre. Hace sentido, entonces,
que El haya elegido a Sus sucesores – sus “representantes” en la tierra –
que fueran hombres.
Finalmente, aunque no podemos saber siempre el porqué de algunas de
las decisiones tomadas por Cristo, sí sabemos que El no vio a la mujer
cómo inferior al hombre. Cristo simplemente hizo claro que esta vocación
particular – del sacerdocio- sería reservada para hombres. En
obediencia a la voluntad de Dios, la Iglesia Católica ha seguido y
continuará siguiendo con la práctica de la ordenación al sacerdocio de
hombres solamente.
¿ Porque se prohibe el matrimonio en los sacerdotes catolicos ?
San Pablo señala que “…El no casado se preocupa de las cosas del
Señor, de cómo agradar al Señor” (1 Corintios 7:32). La práctica del
celibato le permite al sacerdote brindarle su entera atención a la labor
de construir el Reino de Dios. San Pablo indica en numerosas ocasiones
que la virginidad es para ser considerada un “llamado mayor”. Los
Sacerdotes, por tanto, responden a este llamado, para ser enumerados
entre aquellos que se apartan para este ministerio específico. Además,
el permanecer célibe le permite al sacerdote vivir de manera más
perfecta la virtud de la castidad, inspirada en su totalidad por Cristo
mismo.
La Iglesia no obliga a nadie a no casarse. Aquellos que deciden permanecer célibes en su vocación lo hacen de manera voluntaria. Los Sacerdotes están entre esos que han decidido libremente tomar votos de castidad en aras de su ministerio terrenal y su vocación.
Tiene sentido que la Iglesia – considerada la Esposa de Cristo – sea
servida por sacerdotes vírgenes, quiénes se dedican por entero a la
Esposa de Cristo. El celibato Sacerdotal debe ser visto cómo un hermoso
ofrecimiento a Cristo, un testimonio maravilloso de la devoción de un
Sacerdote a nuestro Señor y a la Iglesia.
La Iglesia no obliga a nadie a no casarse. Aquellos que deciden permanecer célibes en su vocación lo hacen de manera voluntaria. Los Sacerdotes están entre esos que han decidido libremente tomar votos de castidad en aras de su ministerio terrenal y su vocación.
¿ Porque los sacerdotes usan incienso ?
No sabemos con exactitud cuando el uso del incienso fue introducido
en la Misa y otros ritos litúrgicos. En los tiempos de la Iglesia
primitiva, los Judíos continuaron utilizando incienso en sus propios
rituales en el Templo, así que podríamos concluir que los Cristianos
adoptaron su uso para sus propios rituales.
En las liturgias de Santiago y Marcos, que en su forma actual se
originaron en el siglo quinto, se menciona el uso del incienso. Un
ritual Romano del siglo siete marca su uso en la procesión de un obispo
hasta el altar en Viernes Santo. Más aún, en la Misa, la incensación
antes del Evangelio aparece desde muy temprano. El incienso también era
usado por Benedicto y Magníficat durante las Laudes y las Vísperas
alrededor del decimotercer siglo y para la exposición y la bendición del
Santo Sacramento alrededor del siglo catorce. Gradualmente su uso fue
extendido al celebrante y el clero asistente.
El propósito del incienso y el valor simbólico del humo es de
purificación y santificación. Por ejemplo, en los Ritos Orientales al
comienzo de la Misa, el altar y el santuario eran bendecidos con
incienso mientras repetían el Salmo 50, invocando la misericordia de
Dios. El humo simboliza las oraciones de los fieles que suben a los
cielos; el Salmista describe la adoración celestial de la siguiente
forma: “que mi oración suba hasta ti como el incienso, y mis manos en
alto, como la ofrenda de la tarde” (Salmo 141). El incienso crea también
el ambiente del cielo: El Libro del Apocalipsis describe la adoración
celestial de la siguiente manera: “Otro Ángel vino y se puso junto al
altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con
las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro
colocado delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios
la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos.”
(Apocalipsis 8:3-4).En la Instrucción General del Misal Romano el incienso puede ser utilizado durante la procesión de entrada; al comienzo de la Misa; para incensar el altar, al sacerdote y al pueblo: y en la elevación de la Sagrada Hostia y el cáliz de la Sangre Preciosa durante la consagración. El sacerdote puede también incensar el Crucifijo y el Cirio Pascual. Durante la Misas de funeral, el sacerdote en la encomendación final puede incensar el ataúd, tanto cómo una señal de honor al cuerpo del fallecido que se convirtió en templo del Espíritu Santo en el Bautismo y cómo signo de las oraciones de los fieles por el difunto que se elevan a Dios.
El uso de incienso añade un sentido de solemnidad y misterio a la Misa. La imagen visual del humo y el olor nos recuerde la trascendencia de la Misa que une al cielo con la tierra y nos permite entrar en la presencia de Dios.
¿Porque los sacerdotes usan el cuello Romano ?
El Directorio para el Ministerio y Vida de Sacerdotes, preparado por
la Congregación para el Clero y aprobado por el Papa Juan Pablo II el 31
de enero del 1994, dice:
“En una sociedad secularizada y con una tendencia materialista,
donde aun los signos externos de realidades sagradas y sobrenaturales
tiende a desaparecer, la necesidad es particularmente sentida que los
sacerdotes – hombres de Dios, dispensadores de Sus misterios – deben ser
reconocidos a plena vista en la comunidad, incluso en la vestimenta
que utiliza, como un signo inequívoco de su dedicación y de su identidad
como recipiente del ministerio público. El sacerdote debe ser
reconocido sobre todo por su comportamiento, pero también a través de su
vestimenta en una manera que sea inmediatamente identificada a todos
los fieles, incluso a todos los hombres, de que tanto su identidad como
su ser pertenecen a Dios y a la Iglesia.
Por esta razón el clero debe utilizar “vestimenta clerical adecuada,
de acuerdo a las normas establecidas por la Conferencia Episcopal y de
acuerdo a las legítimas costumbres locales.” (Canon 284) Esto significa
que tal vestimenta, cuando no sea la sotana, debe ser distinta a la
manera en que visten los laicos y en conformidad con la dignidad y
santidad de su ministerio.
Aparte de circunstancias totalmente excepcionales la no utilización
de ropa clerical por parte del clero puede manifestar un débil sentido
de su propia identidad como pastor dedicado al servicio de la Iglesia .
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